Dr. Pablo Villagrasa: «La IA debería estar integrada en el plan formativo de Dermatología»
Entrevista al Dr. Pablo Villagrasa: "La IA debería estar integrada en el plan formativo de Dermatología"
El facultativo analiza el impacto actual de la inteligencia artificial en la especialidad y el camino por recorrer de la misma
¿Está la inteligencia artificial (IA) realmente integrada en la especialidad de dermatología?, ¿qué retos tiene por delante la especialidad? En esta entrevista, exploramos el presente y el futuro de la IA en la práctica dermatológica de la mano del Dr. Pablo Villagrasa, dermatólogo en el Hospital de Barbastro (Huesca).
El Dr. Villagrasa nos ofrece una visión realista sobre el estado actual de la IA, destacando su papel incipiente en la consulta diaria pero su creciente relevancia en áreas como la docencia y la investigación. A lo largo de la conversación, aborda los desafíos clave para la implementación del diagnóstico asistido por IA, la crucial necesidad de bases de datos robustas y cómo la complejidad de las lesiones dermatológicas influye en su precisión.
Además, reflexiona sobre el impacto de la IA en la relación médico-paciente, la necesidad de integrar estas herramientas en la formación de los futuros dermatólogos y el potencial a largo plazo para optimizar la atención al paciente y agilizar procesos.
Dr. Villagrasa, ¿cuáles considera que son los principales puntos de inflexión que la IA está generando en la práctica clínica dermatológica?
Es cierto que, a día de hoy, tenemos herramientas prometedoras pero, si nos basamos en la utilización en el día a día en la consulta, está muy en pañales. No te puedo decir que la mayor parte de dermatólogos utilicen herramientas de IA en su día a día, más bien al contrario. A medida que aumente la accesibilidad, el desarrollo y que tengamos bases de datos de más pacientes, ese tipo de herramientas que tienen una aplicabilidad clínica directa van a poder ser cada vez más y más útiles.
¿En qué áreas específicas de la dermatología cree que la IA está teniendo un impacto más significativo o prometedor?
En estos momentos, falta una herramienta validada por entidades oficiales (como la Academia Española de Dermatología y Venereología, la Europea o la Americana). Por lo tanto, se trata de un uso que hacen facultativos a nivel individual de algunas herramientas que les pueden ayudar en el día a día. Más que en lo que es el diagnóstico, se usa más en el ámbito de la docencia e investigación, a la hora de realizar una búsqueda infográfica, a la hora de extraer datos de una base de datos, de realizar pruebas estadísticas o para facilitar la elaboración y redacción de textos científicos.
El diagnóstico asistido por IA en dermatología ha ganado atención. ¿Qué opina sobre la precisión actual de estos sistemas y cómo cree que evolucionarán para integrarse de manera confiable en el flujo de trabajo diario de un dermatólogo?
Nos pasa lo mismo que a radiólogos, patólogos, o que a cualquier especialidad donde se necesiten obtener imágenes para emitir un diagnóstico. En cuanto a las limitaciones, ya sabemos que los diagnósticos por IA generativa y predictiva se nutren de una gran base de datos y extraen la información para emitir respuestas razonables o que, con una probabilidad elevada, sean más o menos ciertas. Lo primero que tiene que hacer falta entonces es una buena base de datos, idealmente a nivel mundial, con datos clínicos de pacientes cotejados y verídicos que permitan ser el sustrato de que estas herramientas funcionen bien.
Sobre la precisión actual, es verdad que hay herramientas que pueden llegar a ser muy buenas. Son mejores en tanto en cuanto más prevalente es la lesión en la vida. En lesiones que están muy bien tipificadas en las que existe poco índice de duda, la IA es buena. Pero para las lesiones que ofrecen cambios, que evolucionan a lo largo del tiempo o que son complejas, la IA sigue siendo imprecisa.
¿Cómo cree que la IA podría influir en la relación médico-paciente en dermatología?
Creo que el paciente, por norma general, siempre prefiere una asistencia humana en la que el flujo de información se lo dé una persona y se le puedan consultar dudas. Ya veremos dentro de 30 o 40 años pero la comprensión, el acompañamiento; eso, a día de hoy, la IA no lo hace. Siempre, a pesar de que estas herramientas se integren en el día a día, va a ser imprescindible la parte humana. Pueden ayudar a agilizar procesos, diagnósticos o la toma de decisiones clínicas, pero no van a sustituir nunca la opinión o la decisión final por parte del facultativo. La relación médico-paciente no peligra.
¿Qué habilidades o conocimientos cree que que serán importantes para los dermatólogos del futuro en un entorno donde la IA tenga un papel cada vez más relevante?, ¿cómo debería adaptarse la formación para integrar estas nuevas herramientas?
Son herramientas que se tienen que utilizar desde el primer momento de la residencia, no solo en el ámbito más puramente asistencial, sino que también les sirva para elaborar textos científicos, para ayudar en la elaboración de partes concretas de la investigación… Sí tiene un papel cada vez más relevante y sí debería estar integrada en el plan formativo, pero eso pasa porque los tutores de estos residentes y el Servicio sean conocedores de estas herramientas y sean capaces de transmitir los conocimientos a los residentes. Yo lo veo como una calculadora, no le ha quitado el trabajo a los matemáticos, pero ha servido para agilizar procesos que antes llevaban más tiempo, esfuerzo y recursos.
¿Cuál considera que es el mayor beneficio que la IA podría aportar a los pacientes de dermatología a largo plazo?
Por un lado, la agilización de procesos. Se ve más en el ámbito privado, pero ya hay aseguradoras y mutuas en las que se ofrece la posibilidad de hacer un diagnóstico por IA. Es muy variable en función de la calidad de la imagen. Hay que tener en cuenta que, en dermatología, hay diferentes patologías: no es lo mismo una lesión estática, tumoral, benigna o maligna, en la que puedes hacer una foto, la resolución de la imagen, las condiciones de luz pueden ser o no suficientes para emitir un diagnóstico con una certeza determinada. También existe una gran cantidad de patología que es inflamatoria, que es evanescente, que se modula a lo largo del tiempo y, dependiendo de la evolución y la localización, el diagnóstico puede ser uno u otro. Entonces, la IA necesita una mayor cantidad de datos para poder ser certera en los diagnósticos.
Aún así, el mayor beneficio que puede aportar en una especialidad como Dermatología, que está saturada de demanda, es en el ahorro de consultas innecesarias o en la orientación de patología banal y autorresolutiva, en la que el paciente puede saber si debe o no consultar por una determinada dolencia o quizás se le pueda orientar, si parece inflamatorio o no urgente, hacer un seguimiento con el médico de cabecera o, en cambio, si la IA ve determinados patrones, que lo ponga sobre alarma y sea capaz de emitir esta alerta de que el paciente debería buscar ayuda especializada.
Yo creo que puede llegar a servir, y hay entidades privadas que ya incorporan sistemas de telemedicina asistidos por IA en los que el paciente se toma unas fotografías con sus propios medios y el sistema les emite un diagnóstico y determina si tiene que ser o no valorada por un especialista. Pero esto no está exento de fallos, hay que tener en cuenta que es altamente variable en función de la situación, momento, calidad y resolución en la que se ha tomado la imagen, de la base de datos de la que se nutre esa IA para aportar la información y del momento evolutivo en la que se toma la foto.